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Salud y movimiento

Los factores que influyen en el dolor crónico

Por Juan Nieto

El dolor crónico es una situación compleja y, cuando aparece, automáticamente tendemos a pensar que debe haber algo «muy serio» dentro de nuestro cuerpo que impide que nos curemos.

Pero la realidad está bastante alejada de esta creencia popular. Si hay algo que ha quedado bastante claro en los últimos años de investigación en dolor crónico, es que dolor persistente o de larga duración no siempre implica la existencia de lesión o daño en los tejidos.

Ahora sabemos que factores como el contexto socioeconómico y cultural o los factores psicológicos y emocionales pueden desempeñar un papel importante en la persistencia del dolor.

Imagina una persona que sufre de dolor lumbar crónico desde hace 9 meses. El escenario habitual es visitar al médico frecuentemente y hacer todas las pruebas diagnósticas posibles para identificar cualquier deterioro en los tejidos. Si el foco se sitúa solo en eliminar el dolor neutralizando lo que sea que aparezca en la resonancia magnética, las posibilidades de éxito son muy reducidas.

En un contexto de dolor de larga duración, la correlación entre el dolor y el daño en los tejidos es cada vez más débil.

Un enfoque más racional y con más probabilidades de éxito es aquel que tiene en cuenta cómo se interrelacionan todos los factores que influyen en el dolor. En el ámbito sanitario, esto se conoce como el modelo biopsicosocial, que considera la interacción entre los factores biológicos, psicológicos y sociales.

Este modelo es complejo ya que contempla multitud de factores que, además, interactúan entre sí creando situaciones imposibles de protocolizar o sistematizar. Como sistema complejo, la única forma de afrontarlo con ciertas garantías es conocer lo máximo de cada factor y sus interrelaciones y, por supuesto, que los tratamientos sean individualizados y centrados en la historia y experiencia única del paciente.

Factores que influyen en el dolor crónico

Comencemos por los factores biológicos. Uno de ellos es el factor genético que puede desempeñar un papel en el desarrollo del dolor crónico. Por ejemplo, algunas variaciones genéticas pueden afectar cómo una persona experimenta y procesa el dolor. Se han identificado genes relacionados con los neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, que pueden influir en la forma en que se transmiten las señales de dolor en el sistema nervioso central. Además, los genes involucrados en la respuesta inflamatoria pueden afectar cómo el cuerpo maneja la inflamación y, por lo tanto, influir en la respuesta al dolor.

Los factores patoanatómicos también pueden tener una influencia significativa en el desarrollo del dolor crónico. Estos factores se refieren a patologías o alteraciones físicas que pueden contribuir a la persistencia o exacerbación del dolor a largo plazo.

Es importante reseñar que según la evidencia científica disponible, solo en un 5%-15% de los casos, se puede relacionar directamente un hallazgo en una imagen diagnóstica como causa principal del dolor. (Dillingham, 1995)

Por esto mismo no podemos decir que todas la patologías del sistema locomotor son susceptibles de producir dolor crónico, sin embargo, una mala gestión de la fase aguda del dolor o el desarrollo de creencias o comportamientos desadaptativos, pueden favorecer la exacerbación del dolor y la presencia de síntomas dolorosos más allá del periodo de curación habitual de los tejidos.

También se tienen que tener en cuenta los factores neurofisiológicos. Hablamos de procesos como la sensibilización central, la plasticidad neuronal y la desregulación de los sistemas de modulación del dolor que sabemos que también pueden contribuir al dolor crónico.Por ejemplo, la sensibilización central hace que los circuitos neuronales sean más sensibles al dolor, lo que amplifica la señal dolorosa.La plasticidad neuronal puede llevar a cambios duraderos en la conectividad y la actividad de las redes neurales relacionadas con el dolor.Y la desregulación de los sistemas de modulación del dolor puede disminuir la capacidad del cuerpo para regular y controlar el dolor.

Pero no debemos olvidar los factores sociales y contextuales. Las relaciones familiares y sociales pueden tener un impacto significativo en el dolor crónico. Por ejemplo, un buen apoyo emocional de la familia y amigos puede ayudar a manejar el dolor y mejorar el bienestar emocional. Por otro lado, las relaciones conflictivas o la falta de apoyo pueden aumentar el estrés y empeorar el dolor.

Incluso el consejo médico puede influir en la experiencia del dolor. Si un médico enfatiza excesivamente los posibles efectos secundarios negativos de una actividad física, puede generar miedo y ansiedad en el paciente, lo que afecta la percepción y la respuesta al dolor.

Además, algunos pacientes pueden mantener su dolor crónico debido a la atención emocional que reciben. Por ejemplo, pueden recibir compasión y comprensión de su entorno cuando hablan sobre su dolor, lo que puede ser gratificante emocionalmente y reforzar la percepción del dolor como una parte central de su identidad.

Los factores psicológicos también son esenciales. El estrés, la ansiedad, la depresión y las creencias negativas sobre el dolor pueden amplificar la sensación dolorosa y dificultar su resolución.

Por ejemplo, si la persona tiene miedo a moverse o cree que cualquier movimiento empeorará su dolor, es más probable que evite la actividad física necesaria para su recuperación. Además, la personalidad y la actitud del paciente frente al dolor también pueden influir en su experiencia. Si adopta una mentalidad de «no puedo hacer nada para mejorar mi dolor», es menos probable que tome medidas activas para manejarlo.

El enfoque biopsicosocial como camino hacia el control y la superación del dolor crónico

En resumen, el dolor crónico es un problema complejo que involucra una interacción entre factores biológicos, psicológicos, sociales y contextuales. Es importante comprender cómo estos factores se relacionan entre sí y cómo pueden afectar la experiencia del dolor.

Y este es el enfoque que está en el ADN del equipo de fisioterapeutas de NEPO. Atendemos a decenas de pacientes con dolor crónico a través de la escucha activa, el razonamiento clínico, la educación al dolor y la exposición gradual al ejercicio.

Con estas armas terapéuticas somos capaces de ayudar a pacientes a que «se ayuden a ellos mismos». Que entiendan qué decisiones han sido negativas en su dolor y qué hábitos, comportamientos y creencias deben adoptar y cuáles deben desechar para iniciar el proceso de recuperación.

 

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