El dolor que producen las agujetas después de hacer ejercicio es, quizás, una de las mayores incógnitas (y molestias) cuando comenzamos a entrenar de forma regular. En realidad es la mayor muestra de qué lo que estamos haciendo funciona.
Aun no sabemos, exactamente, cuál es el origen de las agujetas. Sí que sabemos que están relacionadas con un daño mecánico del músculo. El aumento de masa muscular se produce porque, al ejercitar en un umbral mayor al que nuestros tejidos soportan, generamos «microtraumas» en las fibras musculares, que son la antesala de un proceso inflamatorio. Este proceso es el que hace que, con el tiempo, nuestra masa muscular crezca y tengamos un cuerpo más fuerte y resistente.
Lo que sí podemos concluir es que las agujetas surgen después de realizar un entrenamiento intenso, ya sea haciendo ejercicios que no conocemos bien o aquellos que incluyan contracciones excéntricas. Para que nos entendamos, si estamos levantando una barra con pesas, las contracciones excéntricas son aquellas que producen tensión en los músculos con el objetivo de aumentar su longitud. Es decir, cuando bajas la barra de pesas, estás haciendo entrenamiento excéntrico. Cuando levantas la barra de pesas hasta la altura del pecho, estás haciendo entrenamiento concéntrico.
Y aquí termina la «chapa» terminológica. Lo importante es que entiendas que es un proceso natural en tu entrenamiento y debes abrazarlas, no evitarlas. Ahora, vayamos al grano.
Las agujetas comienzan a aparecer alrededor de las 24 después de entrenar. Si llevas tiempo sin ir al gimnasio, es fácil que surjan, por muy «ligero» que te parezca lo que estás haciendo. Su pico, no obstante y como seguro habrás vivido, llega a las 48h, y puede durar de 5 a 7 días, dependiendo de tu estado físico y la intensidad de tu entrenamiento.
Esto puede generar mucha molestia en nuestra vida diaria, y en ciertos sentidos, puede parecer «incapacitador» dependiendo en la región del cuerpo en la que se sitúen. Por eso han surgido muchas creencias y leyendas urbanas para intentar paliar sus efectos.
El primer mito que queremos desmontar es el de beber agua con azúcar o tomar bicarbonato. En el mejor de los casos, estos remedios pueden contribuir a nuestra hidratación, pero no alivia el dolor que producen las agujetas ni previene que aparezcan.
Otra práctica habitual es el uso de antiinflamatorios no esteroideos, como, por ejemplo, el ibuprofeno. El ibuprofeno puede aliviar el dolor, pero la contrapartida de este y otros medicamentos del mismo tipo es que influye negativamente en el proceso de inflamación anteriormente mencionado. Es decir, si tomas antiiflamatorios no esteroideos lo más probable es que perjudiques el proceso inflamatorio, que es una parte natural del entrenamiento.
Lo volvemos a decir: cuando entrenas estás dañando el músculo. Por eso es tan importante entender las consecuencias cuando decides intervenir en este proceso.
Entendiendo todo lo anterior, vamos a ofreceros, por tanto, varias técnicas que pueden ayudarnos a reducir las agujetas sin mermar el proceso. Ninguna de ellas es la panacea, pero sí que pueden darte un alivio necesario para compaginar tu entrenamiento y tu crecimiento personal con tu vida diaria:
Nuestra vida moderna sedentaria, segura y con poca o nula implicación de nuestro cuerpo, nos ha acostumbrado a entender el dolor como algo negativo que debemos evitar o suprimir. El fenómeno de las agujetas refleja una realidad mucho más compleja: sentimos un dolor que ayuda a mejorar la capacidad de nuestro cuerpo.
Por este motivo, te animamos a que abraces esta manera de entender tu cuerpo, y que dejes a tu cuerpo. No hace falta que te destruyas completamente después de tus clases de Reformer o de Fuerza. Lo importante es que sientas que estás progresando, y las agujetas son un buen indicador para ello. Poco a poco se irán incorporando a tu rutina y se transformarán en un detalle de fondo. Entonces, te darás cuenta de que puedes hacer mucho más de lo que te imaginabas.