¿Se nos ha olvidado que estamos diseñados para movernos? Por el ritmo que dicta nuestra vida, a veces lo parece. Y por eso surgen no pocas recomendaciones alrededor del ejercicio, pero sin duda, una muy básica y recurrente es la recomendación de caminar a diario. Una especie de panacea que podemos aplicar todo el mundo y que solucionaría todos nuestros problemas. De hecho, ciertos estudios epidemiológicos correlacionan el incremento de número de pasos diarios con descenso de la mortalidad y reducción de riesgos para ciertas enfermedades en países desarrollados.
Ahora, el jarro de agua fría viene porque esta observación no examina todos los factores involucrados, solo el número de pasos, por tanto no podemos decir que es completamente cierto y podría dar lugar a cierta autocomplacencia en la ciudadanía. Y te explicamos por qué.
Que caminar es sano, de eso no hay ninguna duda. De hecho, estamos especialmente diseñados para caminar y correr, y desde el punto de vista evolutivo hay suficientes pruebas que nos demuestran que la locomoción bípeda (caminar y correr) nos aportan ventajas tangibles.
Pero estos estudios hay que tomarlos con cautela, como muchos otros, porque utilizan los principios de correlación para mostrar sus conclusiones. La correlación es método muy común, cada vez más, en estudios científicos, y aunque puede ayudar a entender algunos fenómenos biológicos y sociológicos, nunca es determinante.
Por ejemplo, hace unos años se publicó un estudio que correlacionaba el consumo de café con el cáncer del pulmón . Al tratar de entender esta correlación, se dieron cuenta que gran parte de las personas que tomaban café solían a su vez fumarse un cigarro.
Por tanto, la correlación entre café y cáncer es en cierta medida accidental.
De la misma forma, no podemos decir que caminar 15000 pasos diarios alarga la esperanza vida en todas las circunstancias y en todos los casos. Hay muchos más factores a tener en cuenta.
Ciñéndonos al mundo del ejercicio, por ejemplo, sí que sabemos que la fuerza tiene una incidencia directa tanto en la longevidad como en la calidad de vida . De hecho, la fuerza de agarre manual, se ha convertido en un bio-marcador fundamental para personas mayores. Mantener la fuerza tiene un efecto directo sobre la densidad ósea y la masa muscular, y sabemos que tanto la osteoporosis (que se produce una disminución de la densidad de masa ósea) como la sarcopenia (la pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos) son condiciones que claramente indican un «envejecimiento de los tejidos», y sí presentan una relación clara en la pérdida de capacidad funcional, peor calidad de vida e incluso una mayor mortalidad.
Por tanto, para conservar y mejorar tu calidad de vida es necesario ejercitar la fuerza lo suficiente para, como mínimo, mantener tus niveles de fuerza.
¿Eso significa que no deberías salir a caminar a diario? Al contrario: si eres sedentario, empezar a caminar es, probablemente, una de las mejores decisiones que podrías tomar en tu vida.
Lo importante es entender que no podemos terminar ahí, y que nuestro estilo de vida no puede dictar la calidad y la durabilidad de nuestro cuerpo y biología. De la misma forma que le damos vida a nuestra mente, estimulándola con cultura, experiencias y conexiones humanas, nuestro cuerpo debe ejercitarse y seguir creciendo. No es una cuestión de tiempo: es una cuestión de eficiencia.
Por eso, te recomendamos que, sí, te des un paseo, pero que lo hagas en dirección a tu estudio de Pilates, de Yoga, a tu gimnasio, o a tu centro deportivo. Un compromiso constante y consistente, mínimo tres o cuatro veces por semana, hará maravillas con tu cuerpo en poco tiempo.
No es una cuestión de convertirse en un atleta, es darle a tu cuerpo aquello para lo que está diseñado, para moverse y adaptarse a las cargas. De hecho, estamos convencidos de que a las pocas semanas, el cuerpo te lo pedirá solo, y estarás deseando hacer ejercicio.
Así somos. Estamos hechos para movernos. Lo difícil es dar el primer paso. Así que ya sabes: empieza a moverte y, ¡no pares!