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Salud y movimiento

Caminar y correr descalzos ¿es una buena idea?

Por Juan Nieto

 

“El pie humano es una obra de arte y de ingeniería”
Leonardo DaVinci

 

¿Utilizar zapatos o caminar y correr descalzos?

A principios del siglo XVI Leonardo se maravillaba del diseño del pie humano. La cantidad de estudios y dibujos que produjo así lo atestiguan. Sin embargo, durante el siglo XX, la industria del calzado ha sido capaz de crear una creencia colectiva que ha calado firmemente en nuestra sociedad: el pie humano no funciona correctamente y debe ser “asistido” por el calzado.

Una buena analogía sería la siguiente: imaginemos un niño de dos años al que intentamos enseñar a nadar en la piscina tirándole al agua. Lógicamente el niño se hundirá, pero a nadie se le ocurriría decir: “este niño es fisiológica y biomecánicamente incapaz de nadar, necesitará manguitos toda su vida”. Seguramente una mejor solución será enseñarle a nadar, en lugar de atarle a sus manguitos para siempre.

Con nuestros pies no hacemos lo mismo, en lugar de aprender a utilizar nuestros pies de forma integrada con nuestra postura, les aportamos una «asistencia» permanente que impiden que nuestros huesos, articulaciones y músculos reciban el estímulo suficiente para desarrollarse correctamente. En este caso, el calzado no nos «asiste» sino que «sustituye» nuestra propia función natural.

Otro ejemplo de la poca utilidad del calzado es el alto índice de corredores que se lesionan corriendo. Existe evidencia que refleja que casi el 80% de los corredores tienen que dejar de correr debido a lesiones relacionadas con la propia actividad. En el año 2004, la revista Nature publicó un documento que hipotetizaba que el ser humano lleva corriendo descalzo sobre superficies relativamente duras desde hace 2 millones de años y que este hecho fue determinante para la supervivencia y prevalencia de la especie.

El alto porcentaje de corredores lesionados por correr es un dato tan ridículo como decir que el 80% de los pájaros se lesionan las alas por volar o que el 80% de los canguros se lesiona las rodillas por saltar.

Con estos ejemplos no pretendo decir que con caminar o correr descalzos se acabarán las lesiones, estoy diciendo que correr es una habilidad que requiere una buena técnica y que el calzado amortiguado no facilita la consecución de la misma. Si empezamos a correr descalzos sin aprender una buena técnica de carrera, nos lesionaremos igualmente.

Corriendo con pies descalzos

Existen estudios que han encontrado correlación entre las personas que utilizan zapatos regularmente y el aumento de problemas y deformidades en los pies, en comparación con aquéllas personas que pasan más tiempo descalzos.

Sin embargo, la industria del calzado ha conseguido que creamos que el pie es defectuoso por naturaleza y que un buen calzado, con soporte, amortiguación y alta tecnología es imprescindible para no sufrir lesiones.

Por ello todos nos tendríamos que hacer la pregunta, ¿es mejor usar  zapatos o caminar y correr descalzos? La realidad es que nuestros pies nos han permitido caminar y correr  descalzos como especie durante millones de años. Por supuesto, sin necesidad de calzado correctivo.

Nuestro pie es el resultado de millones de años de evolución que han  dado como resultado una estructura absolutamente brillante, capaz de manejar nuestro peso de manera estática y dinámica, y de cambiar entre estos roles en milésimas de segundo.

 

Problemas del calzado tradicional

Buda dijo en una ocasión “tu pie siente el pie cuando siente el suelo” y no podía estar más acertado: la propriocepción es el sistema que tiene nuestro cuerpo para informarnos de nuestra posición y orientación en el espacio. Utilizamos la información aportada por los proprioceptores para movernos, de hecho cuanto mejor es nuestra propriocepción, mejor es nuestro movimiento. Sabemos que el 70% de la información proprioceptiva proviene de los receptores de presión situados en la planta de los pies. Por ello, si utilizamos calzado con una gran suela, especialmente si es de goma acolchada, nuestro sistema de feedback sensorial se reduce radicalmente afectando negativamente a nuestro movimiento.

Se dice que “caminar es una caída controlada” y es cierto. Caminar no es una actividad realmente muscular, sino que se basa en la inercia y en la capacidad de nuestro cuerpo de absorber y reciclar energía por medio de nuestro tejido conectivo. Cuando caminamos correctamente, utilizamos la elasticidad de nuestros tendones para  amortiguar y “rebotar”, generando propulsión con muy poco gasto de energía. Este maravilloso sistema de absorción-propulsión se pierde en el momento que nuestro pie aterriza sobre el talón y sobre todo cuando restringimos la movilidad necesaria entre los 56 huesos de nuestros pies.

 

«A Scientific Look at the Dangers of High Heels” revisa los estudios científicos que demuestran que caminar con el talón elevado es menos eficiente y potencialmente perjudicial. Esto es debido a que la elevación del talón, acorta artificialmente el tendón de Aquiles e impide que aprovechemos su energía elástica tal y como explicábamos anteriormente.»

 

Además, el apoyo sobre el talón elevado impide el reparto equitativo del peso en el trípode del pie, cambiando nuestro centro de gravedad lo que genera normalmente un aumento de la lordosis lumbar entre otras compensaciones.

Otra característica negativa del calzado tradicional, especialmente en el calzado deportivo, es que normalmente aportan soporte para el arco plantar. Existe una máxima en el funcionamiento del cuerpo: “lo que no usas, lo pierdes”, esto quiere decir que el cuerpo siempre busca la mayor economía y confort. Si en lugar de permitir que nuestros músculos intrínsecos del pie y la fascia plantar trabajen como deben hacerlo, le añadimos un elemento extra que sustituye su trabajo, nuestros pies se volverán “vagos” y en lugar de ser una estructura fantástica para absorber impactos, aportar estabilidad y generar propulsión, se convertirán en una fuente de problemas y dolores.

Caminar y correr descalzos

En el caso de las zapatillas de correr, el problema es aún mayor. Según un estudio dirigido por Bernard Marti en 1989, los corredores que utilizan zapatillas de correr tradicionales de alta gama (y precio) tienen el doble de probabilidad de caer lesionados que aquéllos que utilizan zapatillas baratas.

Al caminar o correr, el pie necesita supinar en el contacto con el suelo. Caminando, este primer contacto se produce en el talón. Si el calzado no permite supinar al pie porque la suela forma un ángulo inestable, la pisada tendrá una tendencia a pronar excesivamente. Además el soporte del arco impide la pronación del tarso, que es necesaria para amortiguar los impactos. Por lo tanto, el calzado deportivo convierte en pronación lo que debería ser una supinación en el aterrizaje del talón y limita la necesaria pronación del tarso para absorber impactos.

Aparte de todo esto, el calzado tradicional no permite que los 56 huesos del pie realicen la función para la que han sido diseñados que no son otras que ser lo suficientemente fuertes para soportar nuestro peso y lo suficientemente elásticos para realizar actividades fundamentales como caminar, correr y saltar. En definitiva, el calzado tradicional convierte al pie en una única pieza rígida, sin capacidad de adaptación y sin posibilidad de recibir y emitir la información del suelo.

 

La solución

La solución es sencilla, cuanto más tiempo pasemos caminando y corriendo descalzos, nuestros pies, y como consecuencia el resto del cuerpo, funcionará mejor y se encontrará en mejor estado.

Sabemos que, en circunstancias normales, es complicado estar descalzo durante largos periodos de tiempo: cuestiones de vestuario, climatología, superficies poco adecuadas y objetos peligrosos sobre el suelo, impiden que sea posible caminar descalzo.

Si te has decidido por pasar más tiempo descalzo, es necesario que recuerdes que el estado físico de tus pies no será el más adecuado tras años de haber estado enclaustrados en calzado poco favorable. Si cada día pasamos un par de horas descalzos o utilizando calzado inteligente empezaremos a generar fuerza y propriocepción en los músculos intrínsecos del pie sin riesgo de excedernos. No es buena idea comenzar a correr descalzo directamente, lo más sensato es consultar un coach especialista en Barefoot Running que te ayude a encontrar la técnica más adecuada para tí.

El calzado que utilicemos no debe en ningún caso restringir el pie, ni modificar su forma y diseño original. Además debe permitir el feedback sensorial del suelo. Estas deben ser las características que debes valorar a la hora de elegir un calzado que potencie tu salud musculoesquelética.

En NEPO recomendamos utilizar un calzado inteligente, que sea ligero,  flexible y aporte mayor libertad de movimiento para tus pies sin perder el feedback proprioceptivo del suelo. Además te protegerán de los inconvenientes derivados de caminar totalmente descalzo.

Y para terminar no debemos olvidar lo más importante de todo, la inactividad física es el factor más determinante en el riesgo de muerte. Como mínimo son necesario 30 minutos al día de ejercicio de cualquier intensidad, de hecho caminar es perfectamente válido.

Caminar 30 minutos supone unos tres kilómetros a paso vivo y es equivalente a 2000 pasos, un buen objetivo a medio plazo es que llegues a caminar la cantidad recomendada de 10000 pasos al día.

Echa un vistazo a este vídeo, te habla de la medicina más efectiva del mundo para prevenir enfermedades como depresión, hipertensión, artritis, demencia, diabetes, etc…

 

Como puedes ver, es muy fácil mejorar tu salud sin ningún esfuerzo, vuelve a conectar con tus pies y con el suelo, descubre la diversión que existe al caminar y correr descalzo.

Photo by Isaac Wendland on Unsplash